Juan Ciudad nació en 1495 en Montemor o Novo, de la Diócesis de Évora en Portugal. Criado y educado cristianamente, en su adolescencia fue zagal y pastor de ganado, pero su camino le llevó a Granada, donde ejerció como vendedor de libros.
En la capital granadina es donde escucha predicar a San Juan de Ávila, que le produce una extraordinaria conmoción espiritual, dando voces y gritos, lo que le lleva a ser juzgado por loco y recluido en el Hospital Real granadino, donde sufre el trato que se les da a los internados.
En su reclusión, toma conciencia de su misión y a su salida decide asumir el compromiso de atender a los enfermos, pobres y todos los necesitados, practicando, a su vez, un intenso apostolado.
Su labor, desde entonces, se centra en recibir a pobres y enfermos y pedir limosna en Granada para sostenerlos y atenderlos con extrema caridad. Fue el primero en separar a los pacientes por el tipo de enfermedad que sufrían y destinó una cama para cada enfermo. Entre 1538-1539 fundó en Granada su primer hospital, revolucionario para su época, también por el trato y calor humano que los enfermos reciben de Juan y sus compañeros.
El destino hizo que, tras rescatar a un muchacho que se estaba ahogando, sufriera una fuerte pulmonía que debilitó su salud, por lo que falleció el 8 de marzo de 1550. En 1886 fue proclamado Patrono de los Hospitales y de los Enfermos. En 1930, Patrón de los Enfermeros y de sus Asociaciones. Además es Patrón del Cuerpo de Bomberos por su actuación durante la extinción de un incendio declarado en el Hospital Real de Granada, del que consiguió sacar ilesos a cuantos enfermos se encontraban en su interior.